jueves, junio 15, 2006

SOCIEDAD VIOLENCIA Y DELINCUENCIA
HABLAR DE DELINCUENCIA ES HABLAR DE SOCIEDAD. LA FAMILIA NÚCLEO ESENCIAL DE LA SOCIEDAD NO CUMPLE EL ROL QUE LE CORRESPONDE
POR: ENRIQUE HUGO MULLER SOLON (*)
(En la foto el Coronel PNP Enrique Hugo Muller Solòn el dia de la inauguracion del servicio de POLICIA COMUNITARIA en la ciudad de Trujillo 06OCT2003)
El año 2005, el Distrito de la Esperanza y el Centro Poblado Menor El Milagro – Trujillo - PERU, fueron escenario de graves actos de violencia protagonizados por bandas criminales, dejando en evidencia lamentablemente no solamente un triste costo social de diez personas muertas, sino que todavía existen personas que quisieran pensar que lo sucedido es solamente un problema de falta de control policial y quisieran vivir como si delincuencia y violencia no fueran temas que le interesan a la sociedad en su conjunto y a sus autoridades; algunos comentarios consideraron inclusive que estos hechos no solamente le interesan a la Policía, institución que a su criterio tiene la obligación de disminuir los niveles de violencia que existen en nuestra ciudad, sino que además debía comprometer la participación de las Fuerzas Armadas. Hablar de criminalidad es hablar de sociedad. Son dos entes que van de la mano indisolublemente. Son dos figuras estrechamente ligadas que no pueden existir de forma separada, que se necesitan una a otra. Mayor violencia criminal no significa mayor incremento de la delincuencia, mayor violencia criminal significa que nuestra sociedad sufre una grave y mayor derrota moral tanto del lado de las víctimas, como de los victimarios, cuando una parte tan importante de nuestra población se lesiona física, económica y psicológicamente o cuando niños, adolescentes y jóvenes se incorporan a la vida delictiva, unos por problemas de supervivencia económica y social, y otros, sin más criterios que no sean los de obtener bienes y dinero de forma rápida y fácil. El delincuente no nace delincuente. El delincuente no se hace en un día. En su formación existe una situación familiar conflictiva, la inadaptación escolar, mentiras, falsificaciones de notas, pequeños hurtos domésticos o en comercios, fugas de casa, vagabundeo, pandillas... y así se empieza a vivir al margen de las normas sociales. Cuando este joven procedente de este sistema carente de valores y carente de orientación, decide incorporarse a una “pandilla”, lo hace de manera espontánea y al igual que los integrantes del grupo que la conforman, tienen en común el compartir una gran insatisfacción por el mundo en que viven y por el futuro que la sociedad pretende imponerles. La “pandilla” se convierte en una segunda familia. La falta de miedo y de escrúpulos, la crueldad, la grosería, la brutalidad, la dureza, se consideran hazañas y quien más destreza muestra en este sentido, sin duda se convierte en el jefe de la pandilla. Todos los miembros, procuran infundir miedo, la gente atemorizada les respeta, se hacen los dueños de las calles viven al límite. El vandalismo de estos jóvenes esta marcado por la crueldad. Luego viene el segundo paso, salir de la pandilla para incorporarse al mundo del delito, generalmente integrando una “banda de delincuentes”. Esta disminuyendo el promedio de edad de los delincuentes (promedio 25 años), aumentando la violencia de los delitos y la presencia femenina en los actos violentos. La personalidad del delincuente es emocionalmente inmadura. Esta estructurada en una base de satisfacción rápida de los deseos y con muy baja tolerancia a las frustraciones (reacciona violentamente cuando hay resistencia de la víctima). Hay una gran carga narcisista en el acto delictivo. El culto a la fuerza o a la hombría se pone en evidencia en la agresión física de las víctimas. La gran mayoría de los padres ignoran las acciones que deben tomar para "formar bien a sus hijos". Ya no sé que hacer con ese muchacho" es la “oveja negra de la familia”. Los niños, niñas y adolescentes necesitan el afecto de amor para desarrollarse con sanidad. Un abrazo, un beso, una caricia por parte de los padres y madres de los niños tienen un valor incalculable en la sana formación de sus hijos. El amor es el gran secreto para educar correctamente. El amor es uno de los elementos fundamentales del sistema afectivo. El ser humano no nace amando. El amor es producto de la formación que insertan, en lo más profundo del ser, las agencias que intervienen en el proceso de socialización del niño y del adolescente: el hogar, la escuela y los amigos (el entorno). El que ama comprende al ser amado, le enseña, se sacrifica. Escudriña hasta las últimas consecuencias, sin reparar en el tiempo que gasta, ni en riquezas, ni esfuerzos para resolver un problema, un conflicto o servir y dar satisfacciones al ser que ama. El amor es un sentimiento que supone eternidad. Se pierde la noción de tiempo y espacio. Es poner atención a los pequeños detalles, tan importantes para elevar la autoestima de los demás, y lograr alegría duradera. Es introducirse en su "mundo" sin importar mucho el nuestro. Es entrega. Es sufrir y gozar juntos, el dolor y la alegría. Es darnos, por completo, con sinceridad. El que ama no es capaz de descargar sus frustraciones en el ser amado. El adolescente tiene la desventaja de que ya no es un niño, tiene más criterios y valores desarrollados; pero no ha terminado de "formarse" de lograr lo que necesita para asumir la responsabilidad plena de sus actos. Los propios padres de los adolescentes en conflicto expresan "El ya no es un niño. Es un hombre hecho y derecho". Nosotros afirmamos que no es un niño; pero no es un hombre. Es un adolescente. Es la edad en la que más fácilmente pueden ser convencidos a modificar sus conductas para bien o para mal. Generalmente, sienten su estima baja y quieren sobresalir de los demás a como dé lugar. Por eso se tatúan, se colocan aretes y crean modas diferentes a las de sus padres y mayores. Se rebelan; pero en el fondo quieren ser sometidos a la voluntad de alguien en quien ellos puedan creer para lograr "seguridad". Quien le dé seguridad puede manipularlos. El adulto no es manipulable. Es racional. La familia es, a nuestro juicio, la agencia formativa responsable de asumir el papel que le corresponde en la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes. Si queremos una sociedad diferente para el futuro mediato y sin violencia debemos planificar al corto, mediano y largo plazo para que cada uno de nuestros niños, niñas y adolescentes, tengan un mejor desarrollo orgánico – psico - social, alejado totalmente de los vicios e influencias contaminantes de la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia. Bienvenida la paz, pero trabajemos unidos para que esa paz se haga una concreta realidad. (*) Coronel de la Policía Nacional del Perú (R). Abogado. Creador y fundador de la Primera Unidad de Policía Comunitaria en el Perú. Ex Defensor del Policía. Experto en temas de Seguridad Ciudadana.

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