jueves, junio 15, 2006

EL DIA DE LA VIRTUD POLICIAL El 30 de Agosto es el Día de la Virtud Policial y Trujillo se convierte en modelo de trabajo de la PNP Por : Enrique Hugo Muller Solón
(Foto Izq. Sra. Cony Garcìa - Coordinadora General de la Policia Comunitaria de Trujillo) Este 30 de Agosto y como todos los años, la Policía Nacional del Perú, celebra conjuntamente con el pueblo peruano las festividades de Santa Rosa de Lima. Por constituir símbolo permanente de la conducta moral de los efectivos policiales, dada sus esclarecidas virtudes, Santa Rosa de Lima fue designada Patrona de la Policía Nacional del Perú mediante el Decreto Supremo N° 027-89, publicado en el Diario Oficial El Peruano el 18 de septiembre de 1989; convirtiéndose así en fiel defensora y ángel guardián de todos los integrantes de esta importante Institución del Estado. Pero los policías peruanos, además conmemoran el 30 de Agosto el “Día de la Virtud Policial”; por ese motivo la oportunidad es propicia para resaltar en este artículo, el tema de las virtudes policiales. Destacar las virtudes inherentes al ejercicio de la función policial no es fácil. Partamos del intento de identificar cuales serían estas virtudes que debe poseer el Policía para brindar un buen servicio a la sociedad: ¿Serán el Coraje, valentía, abnegación, audacia, perseverancia, serenidad y nobleza en los momentos adversos del ejercicio profesional?; ¿O será el honor, la integridad, corresponsabilidad, carácter y dignidad en sus decisiones; adhesión, apoyo, solidaridad, compromiso y fidelidad basados en los principios que inspiran la lealtad hacia la patria, la institución y la familia?; ¿Será el sentimiento de orgullo por todo lo que representa su Institución: sus símbolos, uniforme, insignias?; O será la nobleza, caballerosidad y entereza para hacer del Perú una sociedad integra y donde reine la paz, la tranquilidad y la convivencia pacífica. ¿Serán acaso estas, todas las virtudes del Policía?. Como ciudadanos, todos tenemos derechos y deberes morales; como profesionales, la exigencia moral es aún mayor; y que decir de los profesionales de la seguridad, de los Policías. El carácter de las profesiones es tal, que exige a quienes la desempeñan algunas peculiaridades desde el punto de vista ético; el concepto de profesión se refiere a una actividad de elevada exigencia técnica y moral. La virtud del profesional de policía, debe consistir principalmente en aspirar a ser líderes, a la excelencia técnica y a la excelencia moral, es decir, estar capacitado para ponerse al frente de otros seres humanos y mostrarles el camino a seguir para lograr su realización como personas y su inserción armónica en un todo comunitario que es la sociedad; excelencia técnica que aumente sus posibilidades vitales y ser a la vez competente en las habilidades propias de la profesión (virtud o excelencia técnica); excelencia moral, es decir estar dispuesto a usar siempre esas habilidades en el sentido que exige la profesión para servir a la sociedad (virtud moral). El objetivo último de la actividad profesional de Policía es, entonces, el ejercicio del liderazgo, la búsqueda de la excelencia, de la perfección, de la obra bien hecha y, mediante ésta, contribuir al desarrollo y al bien común. Pero claro, lograr una Policía con esos niveles de excelencia no es fácil. La Policía es posiblemente la institución que está en un aprendizaje constante derivado de su servicio diario a la comunidad y del contacto con todo aquello que destila la vida ciudadana a través de múltiples formas, la mayoría de ellas antisociales y peligrosas. La vida policial es el proceso formador más dinámico que existe en el mundo; el proceso que hunde sus raíces en la experiencia cruda y ruda del drama social, el proceso que deja enseñanzas y aprendizajes que la conviertan en una escuela activa sin cesar; el proceso en el que se conjugan el conocimiento, la experiencia, la rigidez institucional y la responsabilidad creativa de sus miembros; el proceso en el que los afectados por la labor y acción de la Policía son seres humanos con sus derechos, pasiones, errores, atropellos y crímenes; el proceso a través del cual cada policía y desde él, el conjunto de ellos, visibiliza en su actuación la globalidad de la institución; es el proceso donde el aprendizaje es connatural con la cotidianidad y donde ese aprendizaje se proyecta en la vida de la sociedad, para aprender a vivir juntos y de manera pacífica. Aprender a vivir juntos no es tarea fácil. El mundo y de manera absolutamente diáfana, nuestra sociedad nos demuestra la dificultad de aprender a vivir juntos. Según muchos analistas es el aprendizaje más difícil y el que encuentra rotos los resortes de una relación humana y social sostenida. El vivir juntos se hace difícil desde la familia, el barrio, la comunidad, la región, el país. Envidias, choques de intereses y de culturas, el afán de dominio y de poder, de exclusiones y discriminaciones, penetran sutilmente en las instituciones y socavan a la vez que limitan gran parte de sus capacidades y responsabilidades. Se trata pues de aprender a vivir juntos conociendo mejor a los demás y aceptando su realidad personal con la finalidad de crear un espíritu nuevo que sea capaz de superar la avalancha de rupturas y exclusiones que predominan en la vida ciudadana. Aprender a vivir juntos para los policías, es mostrarse como son, recreando permanentemente la mística, la unión, el compañerismo, la hermandad que constituyó antaño el vivero vivificador de nuestra antigua policía acostumbrada a compartir todo porque a sus miembros les unía un mismo espíritu. De todo este aprendizaje conjunto entre ciudadanos y policías, nacen, crecen y desarrollan las virtudes policiales. Hugo Muller Solòn Abogado (*) Abogado penalista, Profesor de los cursos de Criminología y Derecho Penal Privativo en la Universidad César Vallejo – Trujillo. Ex – Magistrado de la Justicia Militar. Creador y fundador de la primera experiencia en el Perú de Policía Comunitaria. Actualmente ocupa el cargo de Delegado de la Defensoría del Policía en la Oficina Regional Norte – Trujillo.
SOCIEDAD VIOLENCIA Y DELINCUENCIA
HABLAR DE DELINCUENCIA ES HABLAR DE SOCIEDAD. LA FAMILIA NÚCLEO ESENCIAL DE LA SOCIEDAD NO CUMPLE EL ROL QUE LE CORRESPONDE
POR: ENRIQUE HUGO MULLER SOLON (*)
(En la foto el Coronel PNP Enrique Hugo Muller Solòn el dia de la inauguracion del servicio de POLICIA COMUNITARIA en la ciudad de Trujillo 06OCT2003)
El año 2005, el Distrito de la Esperanza y el Centro Poblado Menor El Milagro – Trujillo - PERU, fueron escenario de graves actos de violencia protagonizados por bandas criminales, dejando en evidencia lamentablemente no solamente un triste costo social de diez personas muertas, sino que todavía existen personas que quisieran pensar que lo sucedido es solamente un problema de falta de control policial y quisieran vivir como si delincuencia y violencia no fueran temas que le interesan a la sociedad en su conjunto y a sus autoridades; algunos comentarios consideraron inclusive que estos hechos no solamente le interesan a la Policía, institución que a su criterio tiene la obligación de disminuir los niveles de violencia que existen en nuestra ciudad, sino que además debía comprometer la participación de las Fuerzas Armadas. Hablar de criminalidad es hablar de sociedad. Son dos entes que van de la mano indisolublemente. Son dos figuras estrechamente ligadas que no pueden existir de forma separada, que se necesitan una a otra. Mayor violencia criminal no significa mayor incremento de la delincuencia, mayor violencia criminal significa que nuestra sociedad sufre una grave y mayor derrota moral tanto del lado de las víctimas, como de los victimarios, cuando una parte tan importante de nuestra población se lesiona física, económica y psicológicamente o cuando niños, adolescentes y jóvenes se incorporan a la vida delictiva, unos por problemas de supervivencia económica y social, y otros, sin más criterios que no sean los de obtener bienes y dinero de forma rápida y fácil. El delincuente no nace delincuente. El delincuente no se hace en un día. En su formación existe una situación familiar conflictiva, la inadaptación escolar, mentiras, falsificaciones de notas, pequeños hurtos domésticos o en comercios, fugas de casa, vagabundeo, pandillas... y así se empieza a vivir al margen de las normas sociales. Cuando este joven procedente de este sistema carente de valores y carente de orientación, decide incorporarse a una “pandilla”, lo hace de manera espontánea y al igual que los integrantes del grupo que la conforman, tienen en común el compartir una gran insatisfacción por el mundo en que viven y por el futuro que la sociedad pretende imponerles. La “pandilla” se convierte en una segunda familia. La falta de miedo y de escrúpulos, la crueldad, la grosería, la brutalidad, la dureza, se consideran hazañas y quien más destreza muestra en este sentido, sin duda se convierte en el jefe de la pandilla. Todos los miembros, procuran infundir miedo, la gente atemorizada les respeta, se hacen los dueños de las calles viven al límite. El vandalismo de estos jóvenes esta marcado por la crueldad. Luego viene el segundo paso, salir de la pandilla para incorporarse al mundo del delito, generalmente integrando una “banda de delincuentes”. Esta disminuyendo el promedio de edad de los delincuentes (promedio 25 años), aumentando la violencia de los delitos y la presencia femenina en los actos violentos. La personalidad del delincuente es emocionalmente inmadura. Esta estructurada en una base de satisfacción rápida de los deseos y con muy baja tolerancia a las frustraciones (reacciona violentamente cuando hay resistencia de la víctima). Hay una gran carga narcisista en el acto delictivo. El culto a la fuerza o a la hombría se pone en evidencia en la agresión física de las víctimas. La gran mayoría de los padres ignoran las acciones que deben tomar para "formar bien a sus hijos". Ya no sé que hacer con ese muchacho" es la “oveja negra de la familia”. Los niños, niñas y adolescentes necesitan el afecto de amor para desarrollarse con sanidad. Un abrazo, un beso, una caricia por parte de los padres y madres de los niños tienen un valor incalculable en la sana formación de sus hijos. El amor es el gran secreto para educar correctamente. El amor es uno de los elementos fundamentales del sistema afectivo. El ser humano no nace amando. El amor es producto de la formación que insertan, en lo más profundo del ser, las agencias que intervienen en el proceso de socialización del niño y del adolescente: el hogar, la escuela y los amigos (el entorno). El que ama comprende al ser amado, le enseña, se sacrifica. Escudriña hasta las últimas consecuencias, sin reparar en el tiempo que gasta, ni en riquezas, ni esfuerzos para resolver un problema, un conflicto o servir y dar satisfacciones al ser que ama. El amor es un sentimiento que supone eternidad. Se pierde la noción de tiempo y espacio. Es poner atención a los pequeños detalles, tan importantes para elevar la autoestima de los demás, y lograr alegría duradera. Es introducirse en su "mundo" sin importar mucho el nuestro. Es entrega. Es sufrir y gozar juntos, el dolor y la alegría. Es darnos, por completo, con sinceridad. El que ama no es capaz de descargar sus frustraciones en el ser amado. El adolescente tiene la desventaja de que ya no es un niño, tiene más criterios y valores desarrollados; pero no ha terminado de "formarse" de lograr lo que necesita para asumir la responsabilidad plena de sus actos. Los propios padres de los adolescentes en conflicto expresan "El ya no es un niño. Es un hombre hecho y derecho". Nosotros afirmamos que no es un niño; pero no es un hombre. Es un adolescente. Es la edad en la que más fácilmente pueden ser convencidos a modificar sus conductas para bien o para mal. Generalmente, sienten su estima baja y quieren sobresalir de los demás a como dé lugar. Por eso se tatúan, se colocan aretes y crean modas diferentes a las de sus padres y mayores. Se rebelan; pero en el fondo quieren ser sometidos a la voluntad de alguien en quien ellos puedan creer para lograr "seguridad". Quien le dé seguridad puede manipularlos. El adulto no es manipulable. Es racional. La familia es, a nuestro juicio, la agencia formativa responsable de asumir el papel que le corresponde en la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes. Si queremos una sociedad diferente para el futuro mediato y sin violencia debemos planificar al corto, mediano y largo plazo para que cada uno de nuestros niños, niñas y adolescentes, tengan un mejor desarrollo orgánico – psico - social, alejado totalmente de los vicios e influencias contaminantes de la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia. Bienvenida la paz, pero trabajemos unidos para que esa paz se haga una concreta realidad. (*) Coronel de la Policía Nacional del Perú (R). Abogado. Creador y fundador de la Primera Unidad de Policía Comunitaria en el Perú. Ex Defensor del Policía. Experto en temas de Seguridad Ciudadana.

Y QUIEN DEFIENDE AL POLICIA?

NADIE TIENE DERECHO DE AGREDIR A LA AUTORIDAD ¿Y QUIEN DEFIENDE AL POLICIA? AUTOR: HUGO MÜLLER SOLON (*) De diversas formas el pueblo peruano, expresa su respaldo total a las acciones policiales que se llevan a cabo de manera permanente contra el flagelo de las drogas, la delincuencia, la corrupción y demás ilegalidades, y se escucha por doquier la voz del gran juez popular que exige sanciones lo más severas posibles contra los enemigos del futuro de nuestros hijos, de la seguridad del país, la seguridad ciudadana y el orden interno.
En ese ambiente combativo y de confianza en el triunfo final en esta batalla, emerge más fortalecido el prestigio, la autoridad y profesionalidad de los miembros de nuestra Policía Nacional del Perú. Sin embargo, contra el sentir mayoritario del pueblo que defiende sus conquistas más sagradas y un mañana sin violencia, con orden y seguridad, y desafiando las facultades y confianza depositadas por nuestros compatriotas en los agentes del orden público, subsisten actitudes agresivas e irrespetuosas por parte de delincuentes y cómplices que se resisten a la acción de la autoridad y atentan contra sus representantes, agrediéndolos verbalmente, ofendiéndolos en su prestigio y reputación infundadamente, intentando lesionarlos y hasta quitándoles la vida, tal y conforme viene sucediendo reiterativamente en todo el país.
Por lo general, se trata de autores de delitos o encubridores, prófugos de la justicia, reincidentes, reiterantes o elementos antisociales que, con su actitud transgresora, obstruyen el cumplimiento de la ley. Nuestro ordenamiento Penal vigente en su reforma de 1993, decidió proscribir los institutos penales de la reincidencia y la habitualidad que constituían agravantes para aplicar una mayor pena contra el trasgresor de la Ley. Se dijo entonces que la experiencia había demostrado que la drasticidad de las penas impuestas en nombre de la reincidencia y habitualidad, no habían servido para atemorizar, de conformidad con criterios de prevención general. Comprobado el error de esta concepción doctrinaria, mediante Ley Nº 28726 publicada en el Diario Oficial El Peruano el 09 de Mayo del 2006, se vuelve a considerar como agravante de la responsabilidad penal, a la reincidencia y la habitualidad respectivamente.
Respecto al Policía en tanto, se estableció una mayor severidad cuando trasgrede la ley. La nueva legislación, estableció en el Código Penal (Artículo 46º-A, incorporado según el artículo 2º de la Ley Nº 26758 del 13/03/97), que constituye agravante de la responsabilidad penal, si el sujeto activo de la comisión del delito se aprovecha de su condición de miembro de la Policía Nacional, para cometer un hecho punible, otorgándose potestad al Juez para aumentar la pena hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el delito cometido (inicialmente aumentaba la pena en la mitad).
Para quienes se encuentran al margen de la ley, o simplemente quienes no valoran el trabajo sacrificado del Policía, probablemente sean indiferentes con respecto al respaldo moral y jurídico que es menester otorgar al policía, al funcionario, o al ciudadano honesto que se enfrenta a la delincuencia o coopera con el mantenimiento del orden, como es el caso de los miembros de la comunidad que conformando sus Juntas Vecinales de Seguridad Ciudadana combaten a la delincuencia, codo a codo con la Policía. El Policía al enfrentar a la criminalidad, sabe que quien delinque no vacilará en quitarle la vida si de ello depende consumar su delito, fugar o impedir su detención. Los casos recientes y los hechos vandálicos que se suscitan en todos los confines del país así lo demuestran; son muchos los policías que resultan gravemente lesionados, heridos o muertos al cumplir con el ejercicio de su profesión. Siempre habrá un Policía al que se le apedrea, al que se le jalonea, al que se le pisa y patea al caer, al que no se le quiere reconocer su autoridad, cuando se trata de cautelar el orden, la paz, la tranquilidad, la seguridad. Siempre habrá un Policía que pondrá su pecho decidido y descubierto a las balas de aquellos que intentan afectar a nuestra sociedad, dejando finalmente una esposa sin marido, un hijo sin padre, una Institución enlutada.
Y la historia del martirologio policial vuelve a repetirse. Como cada vez que muere un Policía; se despiden los restos y generalmente se comienza diciendo, “Una vez más nos encontramos aquí reunidos, para despedir... Si, una vez más, pero cuantas veces será, una vez más. Lamentablemente serán muchas. No importa si hay guerra o si estamos en paz; si hay orden interno o desestabilización; si la situación económica imperante es buena, mala o regular; si el índice de desocupación sube o baja; si el grado de corrupción policial es alto o bajo. Lo cierto es que al concluirse con las honras fúnebres y con la ceremonia, la sociedad se olvidará del héroe muerto, de la esposa, de sus hijos; y se olvidará también de sus camaradas que deben continuar en desventaja enfrentándose a diario con la delincuencia. Probablemente la noticia será recogida por algunos medios de información, pero igual será motivo de olvido al día siguiente de su publicación.
Tanta gloria llevan en sus muertes los Policías, que a pesar de la falta de reconocimiento social por sus entregas, imponen -por encima del deber- seguir incansablemente luchando contra la delincuencia, por la paz social y la seguridad ciudadana, del cual somos beneficiarios y nos nutrimos, aunque algunos consideren que todos aquellos que representan la ley, no son humanos o que pertenecen a una raza inferior o simplemente son diferentes. La noticia, a estos señores, seguramente, les dibujará una sonrisa en sus rostros, por la tirria y mórbida fobia que poseen por el hombre que viste el uniforme o lleva la insignia de la Ley y del Orden. Sin embargo, en esos momentos probablemente, en algún lugar de nuestro país, otro Policía esté ofreciendo su vida en defensa de nuestra Sociedad e ingresando "en las filas de los gloriosos hombres que ennoblecen a las Instituciones Policiales".
A pesar de tantas muertes e irreparables pérdidas, algunas instituciones defensoras de los Derechos Humanos – no todas felizmente -, siguen desconociendo al "individuo policía" como un ser humano, parece que para ellos, el Policía fuera un ser inerte o un robot descartable, y que sus familias fueran revestimientos que no necesitan ni siquiera del pésame compungido y verdadero de aquellos que claman por mayor seguridad pero que no son capaces de solidarizarse con quien lucha y muere en el intento por conseguirla para brindárselas desinteresadamente. Los Policías también son seres humanos y ciudadanos que merecen respeto.
Es fácil responsabilizar a una Institución y a sus hombres, cuando estos se encuentra carentes de los instrumentos legales y de los medios representativos para su defensa. Felizmente y con acertado criterio, se ha dictado normas muy importantes para la Seguridad Ciudadana (Ley Nº 27933) y para sancionar con mayor drasticidad a quienes utilizan la violencia o la intimidación en agravio de funcionarios públicos en su afán de impedir que cumplan con la ejecución de actos propios de sus funciones (Ley Nº 27937).
Para defender a nuestros Policías, el Estado Peruano a través del Ministerio del Interior ha creado además La Defensoría del Policía, (D.S. N° 013-2002-IN del 23OCT2002) que garantiza los Derechos Humanos de todo el personal que presta servicios en el Ministerio del Interior y plantea mecanismos de solución en salvaguarda de sus derechos fundamentales, fomentando una cultura de respeto a los derechos y deberes inherentes al personal del sector.
La Defensoría del Policìa funciona en Lima, pero con el propósito de descentralizar sus labores el 28 de noviembre de 2002 se inauguró la primera Sede Regional en la ciudad de Arequipa, posteriormente se instalaron sedes regionales en las ciudades de Trujillo e Iquitos.
De esa manera el Estado peruano ha dado muestras de sensibilidad y solidaridad frente al trabajo policial, otorgando pleno respaldo a la Defensorìa del Policía para que se interesen por los derechos del Policías, por las viudas y por los huérfanos de las “Damas y Caballeros de la Ley”; así se aspira a que muy pronto la ciudadanía, la sociedad en pleno, las organizaciones de Derechos Humanos y todas las Instituciones en general, reconozcan a plenitud el trabajo sacrificado y riesgoso del Policía. Llegará entonces el día en que el Policía, no siga siendo el único ser obligado por Ley a poner en riesgo su vida sin el debido reconocimiento social; el único ser que cuando sale de su casa se despide de su familia rogándole a Dios que le permita regresar vivo a su hogar y no en un cofre de madera, implorándole también al Señor, que sus esposas e hijos vuelvan a recibir de sus propias manos el sustento para vivir con la alegría que le significa su sacrificio y su amor por la sociedad y para y para que no sean ellos quienes reciban con rostros apenados y acongojados, la bandera de la patria ni su kepí policial como recuerdo póstumo que le tributan sus compañeros de armas, por el deber cumplido.
El cielo se está colmando de héroes policiales, por eso, la sangre derramada fortalecerá aun más a la familia policial, pese a que el llanto y el dolor humedezcan con lágrimas nuestros rostros. (·) CORONEL PNP - ABOGADO - CREADOR Y FUNDADOR DE LA POLICIA COMUNITARIA DE TRUJILLO – DEFENSOR DELEGADO DE LA DEFENSORIA DEL POLICIA SEDE REGIONAL TRUJILLO. brayan1998_20_12@hotmail.com