miércoles, octubre 01, 2008

DOCTRINA Y CULTURA POLICIAL EN LA POLICIA NACIONAL DEL PERU

DOCTRINA Y CULTURA POLICIAL EN LA POLICIA NACIONAL DEL PERU.
FOTO DE LA IZQUIERDA: No son militares, son Policìas peruanos.
La doctrina policial ya no puede estar basada solamente en sus antecedentes históricos, mucho menos en sus símbolos de mando, costumbres o tradiciones porque todo ello son solo rezagos de su pasado militar, importantes, pero incompatibles actualmente con su naturaleza civil que es la que se debe impulsar como paradigma de las nuevas generaciones de Policìas. La Policía Nacional del Perú, requiere de una nueva doctrina policial que sea reguladora y guía del trabajo policial, que la ubique como una instituciòn policial armada y jerarquizada pero de naturaleza civil, garante de un Estado Democrático de Derecho y respetuosa de la dignidad de todas las personas; que comparta la noción de la seguridad pública como un servicio del Estado a la ciudadanía, ajeno a toda consideración política, ideológica o de posición social o a cualquier otra discriminación; del respeto a los derechos humanos; del esfuerzo en prevenir el delito; y de su subordinación a las autoridades constitucionales.
Efectivamente, la Policía Nacional del Perú se estructura bajo el “modelo militarizado” el cual se materializa en sus planos normativos, organizativos y culturales. En el ámbito operativo, la “imagen de guerra”, al exteriorizar en el colectivo policial una asociación del delincuente como “enemigo interno”, “adversario”, “oponente”, situación que ha adquirido además una connotación especial como consecuencia del involucramiento activo de la policía en las operaciones contra el terrorismo, inclusive en la recuperación del orden público. Otro rasgo típico del modelo militar, es el status jurídico del policía con muy poca aceptación en la sociedad contemporánea, el cual tiene fuertes implicancias sociales, culturales y políticas, siendo uno de los presupuestos básicos sobre los que se asienta la “identidad policial”. El “status policial” determina que el Policía se considere diferente a la comunidad, a las cuales llama “civiles”. Esta identidad policial es la materia prima a partir de la cual se configura el “espíritu de cuerpo” - que no es sólo una sensibilidad sino también una práctica muy arraigada en el medio militar. Es común escuchar a los mandos policiales referirse a ellos mismos como la “gran familia policial”, que no es otra cosa que aperturar y marcar las diferencias entre ellos y la “gran familia de ciudadanos” a las cuales tienen que servir y proteger. Los altos mandos policiales nunca han expresado su disconformidad con el sometimiento constitucional que los obliga a mantenerse – sin ser militares - dentro del ámbito jurisdiccional de la Justicia Militar, recientemente reformada. Habrìa que preguntarse, si sirve de algo, mantener el modelo militar imperante cuando se trata de prevenir el delito, trabajar junto a la comunidad o realizar coordinaciones con las autoridades civiles en el tema de la Seguridad Ciudadana.
La Policía Nacional del Perú necesita replantear su doctrina y cultura policial, pero no solamente cambiando su curricula académica o generando nuevas actitudes en su rol frente a la comunidad; tiene que replantear su actual esquema organizativo con el objetivo de tener una policía más efectiva, más transparente y más controlada por el poder civil. El cambio no es ni remotamente cercano a nuestros días, pero en algún momento deberá darse, sea por circunstancias coyunturales, sea por exigencia misma de la población, sea por intermediación de la comunidad internacional a través de convenios o tratados, sea por decisión política o de la propia Policía Nacional si en algún momento dispone de un Ministro o un comando verdaderamente innovador y con la fuerza y soporte suficiente para impulsar y culminar una verdadera reforma policial. El tiempo lo dirá.

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